RANCHO NO. 71

JULIO DE 1994

AUTORES: MVZ Luis Eduardo Gastélum P.

Dr. Rogelio Gómez Alarcón

Ing. Francisco J. Peñuñuri M.

CASTRACIÓN DE VAQUILLAS: ALTERNATIVA PARA SU COMERCIALIZACIÓN EN EL MERCADO DE EXPORTACIÓN.

El principal producto de la ganadería de cría son los becerros. El ingreso del ganadero va de acuerdo con el número, calidad y mercado donde se comercialicen las crías.

En Sonora, la ganadería tiene un mercado muy importante en el extranjero. En los últimos 10 años se han exportado 254 mil becerros anuales en promedio (durante el año 1993-94 se exportaron 270,000 machos), lo cual representó para el año pasado un ingreso superior a los 100 millones de dólares para los ganaderos del Estado; sin embargo, este mercado había sido casi exclusivo de los becerros machos castrados.

Una alternativa que iníció a partir de 1992 y que puede traer grandes beneficios a los productores de ganado, es la exportación de becerras destetadas o vaquillas castradas no mayores de 18 meses, prueba de ello es que durante el año ganadero que terminó en agosto se exportaron más de 50 mil becerras hacia los Estados Unidos de Norteamérica, en comparación con el año anterior que fueron menos de 15 mil.

Para poder exportar crías hembras, se requiere:

1) que sean menores de 18 meses de edad;

2) que sean castradas, para evitar que se incorporen al hato de cría del país importador;

3) que la castración la realice un veterinario acreditado ante el departamento de agricultura de los Estados Unidos (U.S.D.A.) y en presencia de un interventor del mismo departamento, que certifique la castración de las becerras;

4) que las vaquillas, una vez castradas, permanezcan en México un mínimo de 21 días antes de cruzar la frontera, tiempo suficiente para que la herida de la castración sane;

5) que la exportación se realice antes de 180 días después haber sido castradas;

6) que hayan resultado negativas a la prueba de tuberculosis y brucelosis.

Considerando que el uso de la técnica de castración de hembras es un aspecto de gran relevancia para el ganadero sonorense, en el PATROCIPES se realizó un trabajo de investigación con el propósito de determinar los efectos de la castración en lo que respecta a los aumentos o pérdidas de peso, merma y efectos de la aplicación de implantes en las vaquillas.

El trabajo se llevó a cabo en los terrenos del PATROCIPES, ubicados en Carbó, Sonora, en praderas irrigadas de Ryegrass durante el invierno-primavera de 1994, con el apoyo del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (U.S.D.A.) y del Grupo Roussel.

Para la realización de este estudio, se utilizaron 100 vaquillas de las razas charolais, Brangus y la cruza de ambas, recién destetadas y llevadas a la pradera, donde se les proporcionaron, además, 700 gr de un suplemento protéico-energético (Cuadro 1).

Cincuenta de las vaquillas fueron castradas mediante una incisión en el hijar izquierdo por donde se les extrajeron los ovarios, y cinco días después a 25 de ellas se les aplicó el implante Implemax-H. De las 50 vaquillas restantes sin castrar, 25 recibieron el implante y 25 quedaron intactas.

El cuadro No. 2 (siguiente página) se presentan los cambios de peso ocurridos antes y después de la castración.

Cuando las vaquillas entraron por primera vez a la pradera, pesaban en promedio 215 kg. Para el día de la castración (10 días después de haber iniciado el pastoreo) ya se habían adaptado a la pradera y su peso se incrementó a 223 kg.

Similar comportamiento se apreció en las vaquillas sin castrar, pero el aumento representó el 21.5% solamente. Es importante destacar que en las vaquillas castradas con implante se logró un peso similar al de las vaquillas sin castrar y sin implante, siendo la diferencia de apenas 7 kg.

En las vaquillas sin castrar el implante incrementó un 21.5% la ganancia diaria de peso, mientras que en las vaquillas castradas e implantadas el incremento fue del 38%. Esto significa que el implante da una mayor eficiencia en animales castrados. Para tener una base del costo de la prueba y recomendar su utilización, se realizó una evaluación económica, para la cual se tomó en cuenta el costo del implante (N$16.00), de la castración (N$27.00) y de la exportación incluyendo fletes (N$65.00), lo que dio un costo total de N$108.00 por animal. La información del análisis económico se muestra en el cuadro 4 (siguiente página). Aun cuando las vaquillas sin castrar y sin implante fueron más pesadas que las castradas, estas últimas alcanzaron un mayor valor debido a que se logró obtener un mejor precio en el mercado de exportación.

Los resultados de la prueba descrita muestran que:

1) La castración trae una pérdida de peso inmediata, que se recupera antes de los 27 días, pero afecta considerablemente la ganancia de peso futura, aun después de 100 días;

2) La aplicación de un implante como el usado en la prueba favorece la recuperación del peso perdido por la operación de castración;

3) La aplicación del implante en vaquillas sin castrar estimula el crecimiento de los animales.

Es importante señalar que el mercado regirá los valores de cada animal, estadísticamente en el otoño se obtienen precios menores que en la primavera, si se escoge esta última estación del año como época de venta, debe hacerse al inicio, pues el precio declina a partir de mayo.

La ventaja de la venta en otoño es que el costo de los animales podría ser menor si se mantienen en agostadero (pradera de buffel, por ejemplo).

El mercado de vaquillas es muy exigente y la demanda recae sobre vaquillas número uno exclusivamente.

Debe tomarse en cuenta que el presente trabajo de investigación se realizó en Carbó, Sonora, para aplicarse con sus variables en otras zonas del Estado.